En el siglo XIX, en 1850, llega un joven a Santiago que proveniente de Copiapó, era un joven con mucho talento y de buena apariencia, su posición económica era baja. Su nombre era Martin Rivas, este es hospedado por la familia Encina, una de las familias más aristocráticas de Santiago. Don Dámaso es quien acoge a Martin en su hogar, debido a la gratitud que tenía por el padre fallecido de éste.
Don Dámaso a cambio de su hospedaje le ofrece al joven Rivas que se encargue de las contabilidades de sus negocios. Al cabo de un tiempo Martin logra ganarse la confianza y estima del Señor Encina, rechazando, así la paga que se le ofrecía.
Rivas ingresa a estudiar Leyes en el Instituto Nacional, donde conoce a su próximo amigo, Rafael San Luis, quien le ayuda a sobrellevar este nuevo ambiente desconocido para Martin. Debido a la timidez y carácter reservado de este se ve discriminado constantemente por lo que son la clase alta de la época.
La familia de Don Dámaso era austera y pintoresca, característica propia de la época. Su esposa era Doña Engracia y dos de sus hijos son: Leonor y Agustín. El último siendo el mayor de los hermanos.
Leonor tenía unos cortos 19 años, era muy hermosa e inteligente, estaba consciente de su posición social y de su indiscutida belleza, por lo que aprovecha de pedir favores a sus pretendientes, que también pertenecían a la clase alta de la sociedad santiaguina. Siendo Emilio Mendoza, de regular fortuna, pero agraciado de rostro, en cambio el joven Clemente Valencia, poseía una adinerada fortuna, pero carecía de belleza.
Cercanos a ellos se encuentra la familia Elías, compuesta por Don Fidel, Doña Francisca y su dulce hija, Matilde, prima de Leonor y Agustín.
Martín, por el contrario, al ser de provincia y tímido, se lamenta de los desaires que le traen su condición social. Pero eso no es impedimento para que se enamore en secreto de la joven Leonor. Apenado, decide esconder sus sentimientos, ya que sabe que no tendrá oportunidad alguna con ella.
Leonor, humilla constantemente a Martín por considerarlo provinciano, de orgullosa dignidad y muy osado para su condición social, pero la verdadera razón de su comportamiento es porque se da cuenta de que no tiene a Martín rendido a sus pies como a sus otros pretendientes. La firmeza con la que Martín se le resiste es todo un desafío para ella. Aunque el joven Rivas capte las manipulaciones y el sutil rechazo de Leonor, es no cae en su juego, ocultando cada vez más sus sentimientos.
Matilde Elías, hija de Don Fidel y prima de Leonor, está enamorada de Rafael San Luis; pero un romance mantenido en el pasado con este joven, había sido detenido por la familia de éste, por lo que Don Fidel decidió alejar Rafael usando la influencia de Don Dámaso. Ni Rafael ni Matilde se habían dejado de querer, pero nunca pudieron encontrar la forma de volverse a ver, hasta que Martin hizo de intermediario ante San Luis y Leonor con Matilde, para volverlos a unir finalmente. Ayudaba en la reconciliación de los jóvenes el hecho de que el joven Rafael había heredado un fundo llamado “El Roble”, que despertaba el interés de Don Fidel hacia la unión.
Martín logra la aceptación de gente de la clase media, ayudado por su amigo San Luis. Él frecuenta la visita a la familia de los Molina, compuesta por Doña Bernarda, sus hijas Adelaida y Edelmira y Amador. Rafael y Rivas son invitados frecuentes de las tertulias de esta familia, donde siempre llega Agustín, que intenta seducir a Adelaida. Esta familia interpretaba estas visitas como una aceptación de su grupo en la clase criolla. Rafael San Luis, al visitar frecuentemente esta casa, tuvo un hijo con Adelaida, que fue escondido donde su tía para que Doña Bernarda no se pudiera enterar de este entuerto.
Fue en este tipo de encuentros donde la joven Edelmira se enamoró de Martín, pero este le confesó que su corazón pertenecía enteramente a Leonor. La amistad mantenida por ambos le traerá problemas a Martín con el capitán de policía, Ricardo Castaños, quien está loco de amor por Edelmira. Así mismo Agustín se meterá en más de un problema por tratar de conquistar a Adelaida, quien junto con su hermano Amador, lo manipulan y hacen a los jóvenes contraer un falso compromiso matrimonial con la joven. Entonces, Agustín, recurre a Martín para tratar de solucionar este problema, con gran éxito.
La intromisión de Martín, al ayudar en el reencuentro entre Matilde y Rafael, la confianza de Don Dámaso en la conducción de sus negocios, la exitosa intervención de Martín en el lío de Agustín y la dignidad de provinciano, hacen que Leonor se fije, sin reconocerlo, en Martín. Leonor al ver que no podía manipular a Martín, descubre que es un hombre de alma noble y generosa, lo que le lleva a experimentar sensaciones que nunca antes había sentido por alguien.
Leonor busca e investiga las actividades y salidas de Martín, creyendo que su corazón le pertenecía a alguna señorita que estuviera dentro de sus frecuentes visitas. Entonces llego a la conclusión de que su amada era Edelmira, cuando en realidad, no era verdad.
Gracias a la intervención de Leonor y Martín, Rafael y Matilde están a punto de contraer matrimonio, pero una inesperada situación ocurre en forma vengativa (por el desencuentro de su hija Adelaida y el joven Agustín), llega doña Bernarda a reclamar la honra de su hija Adelaida, y cuenta de que la joven había tenido un hijo con Rafael en un oculto amorío. La inesperada revelación rompe instantáneamente el compromiso entre ambos jóvenes, siguiendo cada un camino distinto.
Por otro lado, Edelmira, es obligada por su madre a contraer matrimonio con el capitán Castaños, y como ella no lo ama, le pide a Martín que la lleve secretamente a refugiarse en casa de su tía, la misma que había hospedado a Adelaida con su hijo, para no casarse.
Esta situación es descubierta y usada por el capitán Castaños y Amador para hacer creer que Martín era un “secuestrador de mujeres” ante la familia Encina. Al ser encarado, Martín confirma en cierto modo su participación sin aclarar el asunto del todo, entonces recibe el desprecio de Leonor, quien cree que esta acción confirma que Martín está enamorado de Edelmira, y también se le pide que abandone el lugar donde había sido acogido por Don Dámaso.
La creencia de que Martín tiene amoríos con Edelmira, molesta profundamente a Leonor ya que piensa que su rival no está a su altura, y ella vuelve a armarse de una coraza de indiferencia, cuando en realidad solo aviva más su interés por Martín.
En el verano de 1851, Martín viaja a Copiapó a ver a su familia, después de rendir exitosamente sus exámenes para abogado y Leonor admite con pesar, que está enamorada de Martín y que le trato mal cuando él se había intentado disculpar y justificar su actuación en cumplimiento del favor que su amiga Edelmira le había solicitado. Ese mismo año Martín, vuelve a la capital, invitado por su amigo San Luis para unirse a la causa del partido liberal.
Edelmira, al saber que Martín debió abandonar la casa de los Encina por culpa de ella, se presenta ante Leonor, que la recibe con soberbia, pero al aclararle las buenas intenciones del joven Martin al ayudarla a escapar y decirle que nunca hubo nada entre ellos, Leonor cambia totalmente de actitud mostrándose alegre frente a lo dicho por Edelmira, confirmando definitivamente Edelmira que ella también le había entregado su corazón.
Sintiéndose Martín aún apenado por el desencuentro que había tenido con Leonor y convencido aún más por las ideas liberales de su amigo Rafael, Rivas considera una forma de olvidarse de ella y como un acto de patriotismo total, unirse a las luchas políticas de la época, poniendo en riesgo su vida, pues se planea un importante levantamiento armado revolucionario.
Rafael, le sugiere a Martín que le escriba una carta a Leonor para expresarle sus sentimientos abiertamente y este se la hace llegar a través de un criado de Don Dámaso.
El golpe armado que planificaron para la noche del 19 de abril de 1851, fracasó. Rafael es herido en una balacera con el regimiento Chacabuco, lo que le provoca la muerte en brazos de Martín, lo que le afecta terriblemente.
Leonor, esa misma madrugada, recibe la carta de Martín por medio del criado. Al leerla, por un lado le llena de felicidad que Martín sienta lo mismo que ella, pero le apena terriblemente leer lo del levantamiento y luego escuchar los disparos.
Martín, herido, es perseguido por las calles, por ser opositor y activista, y busca refugio en la casa de los Encina como última opción, donde es recibido personalmente por Leonor quien lo lleva a una de las habitaciones mientras, el joven amador y el capitán Castaños lo buscan por todos lados.
Leonor, al ver a Martín en peligro de muerte, le asiste y definitivamente derriba la manera orgullosa que tenia de mirarlo. Al estar en esta situación, los jóvenes se confiesan el amor que cada uno sentía por el otro, entonces Martín se da cuenta de que se le cumplió un deseo, el corazón de Leonor le pertenecía solo a él.
Martín es detenido por la causa de ser opositor al gobierno y es llevado a una cárcel, donde espera su condena.
Leonor intenta convencer a Don Dámaso para que interceda por Martín, pero al ver que su padre no cede ante la petición de su hija, ésta le revela que ama profundamente a Rivas, causando una terrible impresión en el ánimo de su familia. Entonces Don Dámaso no se atreve a oponerse a la decisión de su hija e intenta mover influencias en el Ministerio del Interior, pero fracasa. Finalmente Martín es condenado a muerte por fusilamiento.
Leonor, al enterarse de la noticia se pone muy mal, pero hay una esperanza, Edelmira, quien es pretendida por el capitán Castaños. Leonor le suplica que sacrifique su felicidad a cambio de la vida de Martín ofreciéndose en matrimonio si Ricardo salva a Martín.
Así, Edelmira promete al capitán de policía que, si ayuda a Martín a fugarse al Perú, ella se casará con él, si es lo que quiere. Se hacen los arreglos pertinentes y Martín escapa y logra refugiarse en Perú, donde tramitan su indulto.
Edelmira se casa con el capitán Castaños bajo la complacencia de su madre, Doña Bernarda y Agustín se enlaza con su prima Matilde.
Mientras tanto, Don Dámaso mueve todas influencias para traer a Martín devuelta de su indulgencia, y lo logra. Entonces Don Dámaso les comunica a todos el matrimonio de su hija Leonor y el joven Martín y también le devuelve a Martín la confianza que le tenía para poder manejar sus negocios y esto también le traería un ascenso en su carrera y poder dedicarse completamente a la política, que era lo que más le complacía.